En una de tantas imposibilidades ¿Qué pasaría si una mujer ama de casa se permite descansar? ¿Qué pasaría con el mundo si todas las mujeres amas de casa decidieran parar y darse un tiempo por un segundo?

Sacar los trapitos al sol.

Video documental experimental. Duración 9 minutos/ 5 agujas con tinta/ Fotografías del álbum familiar/ 3 velos fotográficos/ Espejo sin reflejo.

2022

Proyecto de archivo contemplativo no lineal, que emplea la intervención corporal, el video, la fotografía y las narrativas de ficción como medios principales. No es un proyecto en el que se desvelan los secretos oscuros del territorio doméstico, no presenta respuestas con sentido literal ni tampoco pretende lograrlo. Es un proyecto familiar que desea la disposición del cuerpo y del tiempo, no solo de la mujer ama de casa, sino de quiénes desde las diversas formas de imaginación política, se permiten ser atravesados por los susurros que el otro tiene para narrar. Las decisiones que acontecen en el recorrido se apropian del cuerpo para otorgarle consistencia, su motor son las conversaciones que en su sentido mismo, parecen no tener el valor suficiente como para importar y que resisten desde abajo como forma de contrapoder. Es desde la palabrería y el chisme que toma sentido la recordada frase “lo personal es político” más allá de lo lógico, cuando las mujeres se reúnen a hablar en el espacio cotidiano tomando café con pan a media tarde, sobre el ayer, el hoy, los posibles futuros o las utopías irrealizables, alcanzan a contar más de lo que ellas mismas se disponen a reconocer sobre sus propias vidas, y en ese sentido sobre sus cuerpos. La intervención corporal se presenta entonces como “una forma de liberar lo salvaje interior o de retornar a una autenticidad corporal ocluida por las disciplinas de la conformidad contemporánea” y en ese aspecto con la posibilidad de remendar los rotos, pues el tatuaje es memoria personal y colectiva de lo que el cuerpo decide hacer visible: una “herida” a la restricción de potencia hacia los cuerpos que sostienen y mueven el mundo desde abajo.

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En el principio
No había nada.

Nada, deseaba ser.
Nada, esperaba ser.

Del otro lado del cosmos alguien descubrió una herida
por debajo de todas las demás heridas no visibles,
encarnada desde la raíz que lo sostiene todo.
Entonces, pidió permiso para sanarla,
unto el remedio por debajo de las pieles
resguardado ahí como carbón para las épocas prehispánicas.
De la punción provocada a la herida latente
sobrevino la creación de hebras, fibras conjuntas
que recogían un todo y parecían exteriorizarse.

En el intervalo de posibilidades nada parecía haber cambiado.
Nada contemplando decía:

“Creímos que nos sobraría el tiempo para terminar de hacernos
para terminar de mirarnos y reconocernos
Llegamos tarde a la repartición del tiempo.”